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Katsushika Ōi: la hija de Hokusai que pintó en la sombra

La historia del arte está llena de nombres conocidos que eclipsan a otros que merecen la misma luz. Yo siempre he sido admiradora de la obra de Hokusai y leyendo acerca de él me encontré con Katsushika Ōi (ca. 1800 – ca. 1866), hija del célebre maestro del ukiyo-e Katsushika Hokusai, creador de La gran ola de Kanagawa. Pero Ōi no fue solo una sombra al lado de su padre: fue una artista brillante, con una sensibilidad única, cuyo trabajo comienza —finalmente— a recibir el reconocimiento que merece.


Una artista en un mundo de hombres

Nacida en Edo (actual Tokio), Ōi creció rodeada de pinceles, papel de arroz y pigmentos naturales. Desde muy joven mostró un talento excepcional para el dibujo y el color. Fue aprendiz en el taller de su padre y más tarde se casó con el también artista Minamizawa Tomei, de quien se separó poco después. Se decía que era tan talentosa que él no pudo soportar ser opacado.

Después del divorcio, Ōi regresó a vivir con su padre, y juntos trabajaron durante muchos años. De hecho, se dice que en su vejez, Hokusai dependía de ella tanto para las tareas domésticas como para la ejecución de detalles pictóricos.


El trazo femenino del ukiyo-e

A pesar de que pocas de sus obras han sobrevivido (y muchas otras se han perdido o atribuido erróneamente a Hokusai), las que conocemos revelan una mirada singular. Una de las más conocidas es "Yoshiwara en la noche", una escena nocturna en el barrio rojo de Edo, que destaca por su uso delicado de la luz y la composición íntima. A diferencia de las representaciones masculinas del ukiyo-e, que muchas veces idealizaban o erotizaban a las mujeres, el trabajo de Ōi tiene una cualidad contemplativa y empática.

También fue reconocida por sus retratos femeninos, con una habilidad especial para capturar expresiones sutiles, algo que incluso Hokusai admiraba.


Una figura para recuperar


Hoy, Katsushika Ōi representa mucho más que una nota al pie en la historia del arte japonés. Su obra es un testimonio del talento femenino que a menudo quedó relegado al anonimato. Hablar de ella es también hablar de las muchas artistas invisibilizadas, de las voces que trabajaron entre bambalinas y que ahora comienzan a ser escuchadas.

Para quienes amamos el arte, redescubrir a Ōi es abrir una ventana a otra forma de ver y sentir.

 
 
 

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